sábado, 9 de julio de 2011

La Iglesia y el Estado · Su relación ¿hemos avanzado?

La Iglesia y el Estado · Su relación ¿hemos avanzado?

Desde que el hombre es hombre y vivía en cuevas, han coincidido en las sociedades la cabeza religiosa y la cabeza política de las mismas. Lo hemos podido ver durante el Imperio Romano, donde el Emperador era a su vez figura divina, se vio posteriormente con la llegada al poder del catolicismo, que cubrió a Europa de una sombra de Inquisición de la que hoy se arrepienten. Hasta el siglo XVIII, la Iglesia católica era inviolable y también la figura que condicionaba reinados, políticas, relaciones internacionales, y lamentablemente, guerras.

Todo esto hizo que la Iglesia católica se corrompiera, que se eligiesen papas gracias a chantajes, y que estos mismos papas se lanzaran a la guerra santa. Mientras esto ocurría, la Iglesia se llenó de glorias, riquezas y poder. Y como siempre ocurre en las agrupaciones que se perpetúan en el poder, se acaba convirtiendo en corrupta. Pronto, comenzaron las persecuciones a los supuestos herejes que no seguían las normas de la Santa Iglesia. Judíos, musulmanes y protestantes crearon el pánico entre la Iglesia Católica, la cual seguía apostando por la "mano dura" contra ellos. Miles de personas sufrieron la persecución, mientras los estados respaldaban y apoyaban las actuaciones de la Iglesia. Las persecuciones a brujas y la actuación de la Inquisición pretendían acabar con cualquier mínima semilla de inconformidad en el seno indiscutible de la Iglesia católica.

Actualmente, en nuestra mente occidental y democrática, vemos esto como un ataque a los pilares de nuestra abierta sociedad contemporánea. Y es así en realidad, y lo podemos ver como tal tanto las personas que somos cristianas como otras que se declaran laicas. Pero, ¿cómo es posible que los seguidores de la doctrina de JesuCristo hayan sido capaces de realizar esas barbaries y llegar al punto de traicionar a la misma Palabra de Cristo?.
En las palabras de Cristo recogidas en la Biblia se hace mención a uno de los pilares fundamentales de la fe cristiana: la humildad y la vida sin lujos. Este punto fue incumplido por la Iglesia Católica tras las 3 primeros siglos desde su creación tras su normalización en Roma. Y lo peor de todo es que es un estigma del que aún no se ha desprendido la Iglesia. El Papa de Roma, que se supone símbolo del cristianismo y quien tiene que ejemplificar mejor que nadie la doctrina y vida de Cristo, resulta que sigue sin hacerlo. De la misma manera ocurre con las distintas cabezas administrativa del catolicismo (cardenales, obispos...) que siguen acumulando millones de euros en patrimonio, mientras que Cristo no vivió de la misma manera.

Como podemos ver, la presencia de la religión y de la figura de la Iglesia dentro del poder del Estado, ha provocado mucho sufrimiento, y ha entrado en contradicción de la propia Palabra de Cristo.


A partir de la Revolución Francesa (1789), las ideas ilustradas y de la burguesía en contra del poder absoluto de la Iglesia Católica sobre los ciudadanos, lograron sembrar en las cerradas mentes europeas la idea de la separación de la Iglesia del Estado. Este germen consiguió extenderse por Europa tras el Imperio de Napoleón, y significó el inicio de la separación histórica de la religión y el gobierno.
Es lógico pensar en nuestro días que el poder de la Iglesia es muy importante, pero que sin embargo no debe sobrepasar la línea de lo espiritual y lo privado, la religión es un sentimiento que cada persona tiene de una manera u otra, e imponer esto desde el Estado, o permitir que la religión asuma el poder representativo de todos los ciudadanos, obvia a aquella parte del pueblo sin conciencia religiosa: los laicos. Y es que es lógico pensar que la Iglesia no puede ocupar en ningún momento la dirección espiritual y política de los ciudadanos. Dado que el sitio de un organismo espiritual es nuestra parte espiritual e íntima, y el sitio de un gobierno está en la Ley que el pueblo crea para sí.
Negar esto hoy en día, sería ir en contra de la evolución de la razón del ser humano.
En el siglo XX en España, seguíamos contando con la presencia de la Iglesia Católica y su doctrina tanto en nuestras conciencias como en el Estado, y seguía jugando un papel fundamental para nuestros gobernantes. Esta tendencia se rompió dramáticamente durante la Segunda República, causando el enfado lógico de todo aquel que pierde el privilegio con el que antes contaba de una manera tan radical, y que además, el gobierno que antes les defendía comenzaba a atacarles.
Esta indignación de los católicos, les hizo apoyar incondicionalmente a la posterior Dictadura de Franco, que les devolvió sus poderes indiscutibles en la educación y en la moral de todos los ciudadanos. La Iglesia Católica en España volvió a caer en el error de siempre, ocupar órganos de gobierno para adoctrinar forzosamente al pueblo, ignorando la conciencia personal que cada ciudadano tiene. El favor de la Iglesia y del Papa de Roma volvió a se una pieza fundamental para el funcionamiento y desarrollo de la nación, y la Iglesia y el Estado se volvieron a hacer inseparables. En cuanto la Iglesia se hizo cargo de la censura, comenzó a manipular al pueblo, y es que, a ojos del ciudadano del siglo XXI el pertenecer a una religión u otra no debe ser impuesto, sino que debe se una decisión libre.
Durante la Democracia y hasta la actualidad, esa tendencia comenzó a cambiar, la libertad religiosa y de conciencia permitió al pueblo ser libre y por ello, se produjo un cambio en la mentalidad de la sociedad española. El Estado y la Iglesia comenzó a separarse muy poco a poco, permitiendo la coexistencia. Ahora nos toca conservar esa distancia y respeto, porque no nos conviene al pueblo español volver a abrir heridas, que lo único que nos puede traer es destruir lo que tanto se ha luchado durante estos años para hacer normal el ser o no cristiano, el ser o no ateo. Y es que, podemos vivir en paz, la paz que Cristo intentó darnos ya hace 2000 años. Nos toca no romper esa paz y respetar siempre tanto a los que creen como a los que no, dado que abrir de nuevo viejas heridas y rencores solo servirá para enemistar de nuevo a los españoles a causa de nuestro sentimiento espiritual.

La historia de la religión está llena de crímenes, por desgracia, que no deben ser olvidados, dado que los cristianos no debemos volver a caer en esa ruinosa fama. La Iglesia Católica ha iniciado una renovación tras diversos concilios, y aunque sigue opinando sobre los gobiernos (lo cual no se puede vetar) ya no cuenta con el poder con el que contaba en la antigüedad. Y a la religión le va bien, al igual que a los ciudadanos. Hoy podemos ser o no cristianos, creer o no en Dios, y la Palabra de Cristo sigue teniendo cabida en las personas. Y es que es más fácil difundir la Palabra de Cristo mediante la palabra que mediante la vara, así lo demostró JesuCristo.

PD: Me gustaría reseñar una acusación que la gente suele reprochar a algunos políticos de actuar en sus decisiones de mano de la Iglesia Católica. Y es que, un político por estar en contra del aborto, por ejemplo, no significa que lo haga por ser cristiano, sino por moral propia, que puede coincidir con la Palabra de la Iglesia, pero que no necesariamente uno influye sobre el otro.

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