EN DEFENSA DE LA MONARQUÍA
En estos
tiempos convulsos, cuando la crisis hace aflorar los sentimientos más
populistas y la razón ve cubiertos sus ojos con una venda púrpura, se hace
necesaria una defensa firme de la Monarquía, sobre todo la española, la cual
está sufriendo los mayores ataques por parte del populismo más irracional de
los últimos treinta años. Es ahora cuando la respuesta de los que siempre nos
hemos posicionado del lado de la Monarquía como sistema más justo, democrático
y eficaz, debe salir a la luz. He aquí la respuesta a los republicanos de un
monárquico convencido, de un español que pese a todo, es leal al Rey.
Me gustaría
comenzar diciendo que no me detendré a los debates que el populismo de este
país ha sacando a la luz, dado que se
van del debate que enfrenta al sistema monárquico y al republicano. Al
contrario, me voy a valer de argumentos para defender el sistema monárquico
frente al republicano alejándome de populismo y centrándome en razonamientos.
Tanto el
sistema monárquico como el republicano son sistemas exactamente igual de
democráticos, exactamente igual de válidos para el libre pensamiento y las
ideas democráticas. Este punto es necesario destacarlo, por las críticas del
ala republicana española, al afirmar que esto es falso. El sistema monárquico
es el más democrático en tanto que asegura la estabilidad y la instauración de
la democracia en cualquier país, dado que La Corona es el principal instrumento
del Estado para la defensa de la democracia frente a los ataques de posibles
levantamientos. Esto fue demostrado allá por el veintitrés de febrero de 1981.
La figura del Rey actúa como escudo de la Constitución y de la democracia, la
guarda y la defiende con fidelidad. No me equivoco al afirmar que la Monarquía
es el único sistema que asegura una democracia, dado que pese a que se pueda
pensar que un Rey puede aliarse con un golpista, lo cual es evidentemente
comprobable (como ejemplo, la dictadura de Primo de Rivera), este hecho, en una
sociedad abierta, democratizada y plural es imposible por varias razones:
vivimos en una sociedad con acceso a la información, una monarquía con cultura
democrática, por lo que es imposible que pueda haber riesgo de que La Corona se
posicione en contra de la Constitución y de la voluntad de los españoles. Otra
razón es que constitucionalmente el Rey tiene el deber de “guardar y hacer
guardar la Constitución” (artículo 61.1 CE), por lo que le es imposible aceptar
un gobierno que no salga de la Constitución. Además, la Casa Real actual no es
como la Casa Real de Alfonso XIII, dado que por los medios de difusión de la
información y su avance, harían imposible que la ciudadanía no se posicionara
en contra de la monarquía si ésta aceptase a un dictador, lo cual haría caer a
la Monarquía en España, a lo que no
estarían dispuestos a arriesgarse los miembros de la Casa de SM el Rey.
Volviendo a
la idea de lo democrática que es la ideología de nuestra monarquía, he de
pronunciarme acerca de varios acontecimientos explicativos. Por si alguien dudase
de la posición del Rey como un demócrata de los pies a la cabeza, me ceñiré a
la historia. Yo defiendo la postura de que el Rey es un demócrata convencido pese
a los múltiples vídeos que circulan por internet, donde se ve cómo SM Juan
Carlos I, antes de ser Rey, era cercano a Franco y de hecho le “respetaba”.
Ante esto, debo decir que quien utiliza tales grabaciones como argumento de que
el Rey no es democrático demuestra una falta de cultura biográfica de SM el Rey,
dado que es obvio que los monárquicos pretendieron desde el primer momento
venderle a Franco a un supuesto “perfecto sucesor” con el objetivo de que
llegado el momento le diese a la monarquía un carácter parlamentario y democrático.
Plan que surtió efecto, dado que fue nombrado sucesor y dio la vuelta a una
dictadura, dando a España una plena y moderna democracia. Me explico más
profundamente: Con la llegada de Juan Carlos a España en 1948, Franco pretendió
adoctrinar al Rey en base a los principios del Movimiento para así conceder a
los monárquicos la promesa de instauración de la monarquía. Monárquicos que se
habían enemistado con el franquismo por haberles engañado al ofrecerles Franco
la codiciada Jefatura del Estado español y luego no dársela hasta casi 40 años
después. No obstante, he de señalar una anécdota a este respecto, y es que
Franco jamás se atrevió a sentarse físicamente en el Trono Real, modo de no
enemistarse aún más con el sector monárquico. A todo esto, Don Juan (o Juan III
para los monárquicos que consideramos su reinado en el exilio como válido), no
cedió de buena gana dado que Don Juan fue tras la Guerra Civil un gran
detractor de Franco, y no se fiaba de las intenciones del dictador. Don Juan,
por el miedo antes mencionado, rodeó al Rey de sus más allegados y leales
amigos, para asegurar que el Rey no cayese en las garras de la educación
profranquista y apostase, llegado el momento, por una democracia en la que el
pueblo español diese su favor a un Rey y, por tanto, asegurando la restauración
de la monarquía en España. Es decir, que el hecho de tener un Rey demócrata era
un objetivo de Don Juan como medio de que le pueblo español aceptase la
monarquía, como así lo hizo a finales de 1978.
Otro
acontecimiento histórico de relevancia, sobre el cual es necesario reflexionar
es el siguiente: El 8 de marzo de 1972 se casaron Alfonso de Borbón y
Dampierre, nieto de Alfonso XIII y Carmen Martínez-Bordiú, la nieta mayor de
Franco. Este hecho parece irrelevante, pero parece ser que Carmen Polo, la
esposa de Franco, tenía mucho interés en que el sucesor a la Corona española no
fuese Juan Carlos, y sí lo fuese Alfonso, por varios motivos, y es que la
esposa del dictador era más franquista que Franco, por lo que dos motivaciones
movieron a Polo: el hecho de que deseaba que su nieta reinase, y el deseo de
que Alfonso se sentara en el trono, ¿por qué? Pues sencillamente porque era
visible que Alfonso era un fiel seguidor del Movimiento Nacional y, por tanto,
de su marido. He aquí la disyuntiva de Los Franco: qué escoger, a un sucesor
franquista como proponía Polo o la opción de Franco que era Juan Carlos. Mi
valoración es meramente especulativa, pero creo que las tensiones vividas en el
país y las claras ansias del pueblo por la democracia, empujaron al Franco a
apostar por un sucesor más aperturista y menos franquista. Dejo la siguiente
pregunta abierta ¿en sus últimos momentos Franco decidió apostar por un modelo
“menos dictatorial” encabezado por Juan Carlos?
Abandonando
toda esta ambientación histórica que he creído esencial para este ensayo, me
gustaría pasar a exponer una parte personal sobre mi corriente de pensamiento
acerca de la monarquía española. Me refiero a la legitimidad de la Monarquía en
nuestro país. Aquí propongo al lector las cuatro legitimidades capitales del
sistema monárquico de España. Antes de nada quiero decir que no todas valen
dependiendo del lector, pero lo que quiero mostrar es que, seas de la ideología
que seas, el Rey es legítimo Jefe de Estado. La primera legitimidad, llamada
“legitimidad histórica”, me refiero aquí a la larga tradición monárquica de
España, la cual sirve de base para la asunción de que España no se entiende sin
la bandera rojigualda. La segunda legitimidad (para los cercanos al
franquismo), la llamada “legitimidad legal”, puesto que es la Monarquía la que
jurídicamente sobrevivió tras la dictadura, porque es la legítima cabeza del
Estado tras la muerte de Franco, nos guste o no (a mi personalmente no me
gusta, pero es así). La tercera legitimidad (para los monárquicos), la llamada
“legitimidad sucesoria”, donde Juan Carlos es legítimo Jefe de la Casa Real
tras la renuncia de Don Juan en plena Transición a sus derechos dinásticos en
favor de su hijo, Juan Carlos I. Y por último, la cuarta legitimidad, la
llamada “legitimidad democrática” o “legitimidad constitucional”, que es la que
le dimos los españoles a la monarquía con el referéndum constitucional en 1978.
Estas cuatro
legitimidades son cuatro escudos que repelen cualquier ataque republicano venga
de donde venga al derecho de la monarquía a ser el sistema de jefatura de
estado de los españoles.
Continúo
defendiendo la Monarquía en este ensayo y paso a hablar de la última de las
legitimidades, la constitucional, la cual puede crear mayor controversia ante
la opinión pública, sobre todo la opinión republicana. Cuando hablo de que los
españoles votaron monarquía cuando dieron el sí a la Constitución, alguno se
habrá escandalizado, dado que posiblemente piense que los españoles no tenían
otra opción, era eso o la vuelta a la dictadura. Rebatiré este flojo argumento.
En primer lugar quiero establecer el argumento jurídico de que “quien vota el
todo, vota la parte”, por lo que los españoles votaron conscientemente a una
constitución que llevaba consigo la instauración de la Monarquía Parlamentaria.
Pese a esto, lleguemos a pensar que lo dicho no es así, que los españoles no
eran monárquicos pero que se vieron obligados a votar a favor de una
constitución monárquica. Llegados a este punto, yo me pregunto, si la
constitución hubiese sido republicana, siguiendo la argumentación del populismo
republicano español, se habría votado a favor de la Constitución, al no tener
otra alternativa. De esto deducimos ¿podríamos los monárquicos decir que la
ciudadanía no sólo no era republicana, sino que era monárquica, pero que votó
república porque no le quedaba otra alternativa? Como puede ver, este argumento
es absurdo, dado que se basa en futuribles, en predicciones absurdas,
mostrándose en contra de lo que es real: que los españoles refrendaron a la
Monarquía.
De lo
siguiente que voy a hablar es sobre un asunto capital para la argumentación
monárquica: ¿por qué es mejor la monarquía que la república? Antes de nada,
quiero decir que de lo que estamos discutiendo realmente es sobre una Jefatura
de Estado, de si debe ocuparla una persona elegida periódicamente o si, por el
contrario, la deben ocupar una serie de personas, las cuales se pasan el
testigo hereditariamente. Esa es, o debería ser, la esencia principal del debate
entre monárquicos y republicanos.
En mi
opinión un sistema monárquico asegura a los españoles a un jefe del estado más
preparado para su cargo de lo que estaría cualquier español elegido
periódicamente. Desafortunadamente la casta política española no es lo
suficientemente “prodigiosa” como para asumir el cargo de Jefe del Estado con
responsabilidad y, sobre todo, con imparcialidad. La imparcialidad es un tema
que yo considero capital para la jefatura del estado, así como que éste no
tenga poder de veto real, dado que lo contrario significaría un retroceso
democrático. Esta imparcialidad sólo la asegura un sistema que no se soporte
sobre las “sucias manos” de los partidos políticos, los cuales no serían jamás
imparciales. Además, es evidente que está más preparada para asumir la Jefatura
del Estado una persona criada para ello desde la cuna, que ha sido entrenado
como una máquina para serlo y que verdaderamente ha mamado de ello desde el
momento en que dio sus primeros pasos. Esta persona estará siempre mil veces
más preparada que otra que decide en un momento dado, sin formación académica
(como suele ser habitual en muchos de nuestros políticos), presentarse a tomar
el mando de dicha jefatura.
No obstante,
no quiero que esta argumentación sea interpretada como una defensa de la
dictadura como mejor sistema político, todo lo contrario, mi defensa del cargo
hereditario en la jefatura del Estado debería ser entendida como lógica dado
que el Rey no tiene poder para legislar ni para gobernar, poderes que sí han de
recaer en cargos elegidos de modo directo por los españoles.
Quiero
entrar ahora a un tema del que mucho se habla pero poco se sabe, el coste anual
de las monarquías y de las republicas, para lo cual nos preguntaremos: en estos
tiempos de crisis ¿qué sistema es más económico? Cuando un republicano intenta
cargar contra la monarquía no puede evitar mencionar el “elevado coste de la
monarquía española”. He de recordar que el dinero que se le otorga a la
monarquía según los últimos PGE es de poco más de ocho millones de euros
anuales. En una primera impresión, que es en la que los republicanos se suelen
fijar, el sistema parece caro, no obstante, pronto comprobaremos el absurdo en
el que caen. Hay que añadir que de la partida de esos ocho millones, lo que que
se le adjudica a SM el Rey es de menos de 300.000 euros anuales, lo cual,
partiendo de la ignorancia también puede parecer excesivo.
Como decía,
este falso mito del exceso de coste del sistema monárquico se cae por su propio
peso en cuanto indagamos en el coste de las repúblicas occidentales y el sueldo
de sus Presidentes de República. Comencemos por Italia, el caso más sangrante
del argumento republicano, su coste anual es de 235 millones de euros, casi
treinta veces más que la monarquía española. Calculado en euros por habitante,
cada italiano paga al año 4 euros, frente a los 0,17 euros por español y año.
Sigamos con cifras de las repúblicas. Portugal: 18,3 millones (1,7€ por
portugués al año). Alemania: 39 millones (0,5€ por alemán al año). Francia: 90
millones (1,36€ por francés al año).
Ante los datos no puede haber debate alguno,
acabamos de ver cómo un sistema republicano no garantiza el bajo coste de su
jefatura de estado. Incluso si tomamos a la monarquía europea más “snob”, Reino
Unido, encontramos un coste de 55 millones anuales, mucho más económico que la
república más costosa. Es por tanto que España, con su monarquía parlamentaria,
tiene al Jefe de Estado más económico de Europa. SM el Rey no es un mal gasto.
Y es que el argumento del sobrecoste de la monarquía, como hemos visto, tiene
muy poco valor en un debate político serio sobre la monarquía y la república.
Otro
argumento que pasa por la cabeza de los republicanos en cada debate
monarquía-república, argumento que es inevitable que saquen a relucir y que
ellos creen con mucha autoridad. Hablo del argumento de la atemporalidad de la
monarquía. Los republicanos no dudan en decir que: “la monarquía es un sistema
decimonónico, un sistema que no tiene sentido en pleno siglo XXI”. Pues bien,
este argumento, que no deja de ser populismo arraigado en la ignorancia,
muestra que los republicanos conocen muy poco sobre las formas políticas de las
monarquías e incluso sobre la historia de la República como sistema. Así,
ignoran que la república contemporánea, tal y como la conocemos hoy en día
nació con la Constitución de EEUU en pleno siglo XVIII. Y no quiero hablar ya
de la república necida en la época de Platón, dado que dejaría en clara
evidencia a los republicanos. No, la república no se ha inventado hace dos
días, su sistema es casi tan antiguo como el monárquico, y mucho más antiguo
que las monarquías parlamentarias. Este argumento republicano es inútil, dado
que la Monarquía ha demostrado ser un sistema igual de preparado para el “idílico
siglo XXI” como lo puede ser una república, muestra de ello es su alto respaldo
en países que son potencias mundiales como Reino Unido o Japón, por no hablar
de las monarquías escandinavas o del Benelux.
Es aquí
cuando yo cuestiono las intenciones colonialistas o imperialistas de los
sectores republicanos, que argumentan que la mayoría de los países de mundo son
repúblicas. Y suponiendo que eso fuese cierto, no es excusa para que todo el
mundo deba girar en torno a una república, dado que cada país tiene sus circunstancias
históricas, tiene su idiosincrasia, su tradición y su forma de ser. Me explico
con un ejemplo: es imposible concebir en países con raíces tan profundamente
monárquicas como Reino Unido una república, es absurdo pensar en ello. Es por
ello que, partiendo de la validez democrática del sistema monárquico
parlamentario, no alcanzo a entender este sentimiento semicolonial que
pretenden llevar a cabo los republicanos.
Hablemos de
las funciones de La Corona, los cuales se recogen esencialmente en el Título II
de la CE. En el fragor de los debates entre monárquicos y republicanos siempre
suele destacarse algún republicano cuestionando a los monárquicos acerca de las
funciones del Rey. Intentaré responderles resumidamente, dado que SM actúa en
numerosos asuntos, como corresponde a cualquier Presidente de República, y es
que las funciones del Rey de España no son muy distintas a las de una república
como la del Presidente de la República de Portugal. El Rey de España es el
principal embajador del país, ya hemos visto a lo largo de la Transición al Rey
en la Cámara estadounidense o en la francesa, recabando apoyos para la joven
democracia española, también fueron famosas las conversaciones del Rey con
Alemania por esas fechas. Y su acción ha sido continua, SM el Rey ha sido el
principal embajador de los asuntos económicos españoles, ayudando
indudablemente a que España y sus empresas adquieran acuerdos de millones de
euros con otros países, prueba de ello es el acuerdo con Arabia Saudí para la
instalación del AVE Medina-La Meca. Para más añadiduras, mencionar las supuestas
conversaciones recientes del Rey de España con el de Marruecos en plena
Primavera Árabe para la reciente reforma de la constitución marroquí, donde
Mohamed VI pidió ayuda a nuestro Rey. Por último, respecto a la acción del Rey
en el exterior, he de decir que no hay nada que recriminarle.
Para más
añadidura y como muestra de la gran labor del Rey en el exterior quiero que el
lector haga un ejercicio, sobre todo el lector que piense que la monarquía no
sirve para nada. Piense en el nombre o el rostro del Presidente de la República
Federal Alemana. Seguramente no alcance a saberlo, pero no ocurre así con SM,
figura conocida internacionalmente, al igual que el resto del de los monarcas
occidentales, como por ejemplo Isabel II. Reino Unido y Alemania son dos
potencias en Europa comparables en cuanto a relevancia internacional, pero con
dos sistemas de jefatura de estado
radicalmente opuestos, y sin embargo, el común de los mortales sabe quién es
Isabel II y no sabe quién es Juachim Gauck (Presidente de la RF de Alemania).
He aquí la muestra más palpable de quién ofrece una mejor representación internacional
del país: claramente un monarca, y no un presidente de república.
El resto de
funciones son menos analizables ensayísticamente, dado que no hay más que leer
la Constitución. SM puede elegir al candidato a Presidente del Gobierno, aunque
su acción no puede no elegir a la lista más votada, no obstante, sus
competencias sí que son relevantes en casos de gran igualdad de fuerzas
políticas, aunque la última palabra siempre la tiene el legislativo. El Rey
asume al alto mando militar, lo cual es extremadamente positivo, porque esa es
la llave para el control del ejército para evitar que este se levante contra la
Constitución porque, recordemos, el Rey ha de guardarla y hacerla guardar. La
posición militar del Rey tiene una actuación simbólica muy presente en los
militares, los cuales le deben lealtad al Rey, pero no puede manejar el
ejército, esa es tarea del Gobierno, pero en caso de secuestro del ejecutivo,
en caso de golpe de estado, es el Rey el que más poder de convicción tiene para
disuadirlos, como así ocurrió un 23 de febrero.
Para
finalizar con este ensayo, quiero decir unas últimas palabras. La Monarquía, ha
significado para España el mayor periodo de democracia ininterrumpida de
nuestra historia, ha garantizado la estabilidad, ha salvado a España ante
golpes de estado y ante graves crisis diplomáticas en nuestro país. El valor de
la monarquía es esencial para España, puesto que no hay España sin Monarquía.
El Rey es ese elemento de razón, esa institución que en tiempos de crisis es la
única que aporta cordura al debate político, la única que siempre lo dará todo
por España, todo por los españoles.
España puede
decir bien alto y sin temor, que SM el Rey Don Juan Carlos I ha conseguido ser
el Rey de todos los españoles.
¡Viva el
Rey!
NO PERMITIDA LA DIFUSIÓN LUCRATIVA SIN AUTORIZACIÓN DEL AUTOR.
Agradecimientos: “Semana”, Aguaron.net, “El Confidencial”
y “Ciencias y cosas"