INTRODUCCIÓN
Los movimientos sociales que se han hecho con las
portadas de los muy diversos periódicos españoles en los últimos años han
traído consigo debates que hasta el momento no habían surgido o que lo habían
hecho silenciosamente. Uno de esos debates es el del sistema electoral español.
Cuando la crisis económica trae consigo una crisis de valores y con ella una
amnesia general del por qué de las cosas, se hace necesaria una revisión de la
misma. Se hace necesario explicar quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde
vamos. Eso es lo que quiero aportar al debate sobre el sistema electoral
español: el explicar cómo es, por qué es como es, de qué manera se puede
cambiar y hacia qué dirección, y sobre todo cómo afecta nuestro sistema y sus
posibles reformas a la gobernabilidad, elemento indispensable para la
supervivencia de un país.
Antes de comenzar a exponer las líneas maestras de
este ensayo, debemos explicar brevemente nuestro sistema electoral.
El periodo de la transición española ha dado muchos hijos. Uno de ellos es la creación de un sistema electoral con tintes de
proporcionalidad, regido por la fórmula D’hont y adoptando demarcaciones
preexistentes, es decir, para componer un sistema con distritos provinciales y
con claros desajustes en la ratio de escaños por provincia provocados por la
apuesta por distritos que son plurinominales pero con una magnitud pequeña en
muchos casos. Esos claros desajustes significan la sobrerrepresentación de las
zonas rurales (teóricamente más conservadoras), como lo son Soria, Teruel o
Zamora. Los redactores de nuestro modelo, pese a que querían un sistema
proporcional aparentemente, también se vieron empujados por la idea de
estabilidad, la cual viene de un modo más afianzado en un sistema mayoritario.
Por lo tanto, nuestro sistema electoral se planeó para ser un punto intermedio
entre el sistema mayoritario y otro igualitario. Y lo que tenemos hoy en día y lo
que está planteando problemas y tensiones sociales es: “este sistema, que
garantiza una menor fragmentación partidista, mayor tasa de voto útil o
sofisticado, mayor estabilidad de los gobiernos, mayor desproporcionalidad
electoral y un sistema con un sesgo conservador” (JR Montero, 2009).
Es aquí donde entra el debate de “estabilidad”
frente a “justicia/igualdad” a la hora de decantarnos por uno u otro sistema
electoral. Este debate, según algunos autores como Vallès y Bosch, se lleva
manteniendo desde el siglo XIX con Walter Bagehot (a favor del sistema
mayoritario) y John Stuart Mill (en pro de la representación proporcional), los
partidarios de lo primero alegando la importancia de delimitar una mayoría
parlamentaria a la que se confía un mandato claro para desarrollar una
determinada política gubernamental, y los partidarios de lo segundo, por el
contrario, creen que lo esencial es constituir una Cámara que sea reflejo
aproximado de las tendencias existentes en el cuerpo electoral (Vallès, &
Bosch, 1997).
En la actualidad,
las voces críticas no han dudado en alegar una supuesta desigualdad y
desproporcionalidad de nuestro sistema electoral. Sin embargo, algunos autores, como José Ramón Montero
y Pedro Riera, han afirmado que es imposible que un sistema
electoral cumpla por completo criterios como: que sea
igualitario, proporcional, que garantice la maximización de participación, etc.
(JR Montero, & P Riera, 2009). Es por ello por lo que no hay que buscar el
sistema utópico, sino el sistema mejor. En este sentido navegan JR Montero y P
Riera, al criticar que la desproporcionalidad suele juzgarse como algo negativo
(A Lijphart, 1995). Y que si no fuera porque suele venir acompañada de una
excesiva fragmentación del sistema de partidos y, por ende, de una apreciable
inestabilidad gubernamental, se haría francamente difícil razonar en contra de
un sistema electoral que arrojara una exacta correspondencia entre los porcentajes
de escaños y de votos conseguidos por un partido (JR Montero, & P Riera,
2009). Esta idea de que la polarización y la fragmentación partidaria conduce a
la inestabilidad la vuelven a comentar estos autores al insinuar que fue la
causa del fracaso de la II República (JR Montero, & P Riera, 2008)
LA GOBERNABILIDAD
Se ha hablado mucho desde los sectores reformistas
de nuestro sistema electoral de una necesidad por disminuir la sobrerrepresentación
de los partidos mayoritarios, defendiendo la idea de un sistema más justo e
igualitario. No obstante, esta idea se debe plantear en qué
afectaría esto a la estabilidad de cualquier gobierno entrante.
La hipótesis que planteo es que el sistema
electoral afecta a la gobernabilidad de los países, es decir, que cuantos más
partido y cuanto más interés partidista esté presente en el Congreso de los Diputados,
menor estabilidad tendrá el gobierno en sí, y de esto se entiende que cuanta
más fortaleza tenga un partido en solitario mayor será la facilidad de éste
para sacar adelante medidas legislativas, acometer reformas y, en definitiva,
gobernar. Por lo tanto si aplicamos esta idea al sistema electoral,
comprendemos que cuanta más proporcionalidad se imponga, menor será la
capacidad de los gobiernos de gobernar.
Partiendo de estas hipótesis, que rondarán toda la
exposición de este ensayo, lo que debemos preguntarnos es qué modelo
democrático puede ser más útil para fomentar la aparición de gobiernos
estables. Así, para demostrar mi hipótesis ha de demostrarse la evidencia de
que los sistemas electorales que generan bipartidismo son capaces de formar
gobiernos estables, no ocurriendo siempre así en los sistemas con multitud de
partidos fuertes o con capacidad de chantaje.
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En atención a esto, debo señalar algunos conceptos
que han de explicarse para entender el desarrollo de mis conclusiones. Así, la gobernabilidad
se consigue de dos formas diferentes, o bien existiendo un partido poderoso y
único en el gobierno, o bien existiendo un sistema en el cual las alianzas de
gobierno no presenten problemas, es decir, que sea sencillo llegar a alianzas
fuertes de gobierno en un plazo corto de tiempo. De este modo, con una
oposición hostil las alianzas son complicadas y para que exista gobernabilidad
es necesario un partido fuerte y único en el gobierno. Decimos que hay
gobernabilidad cuando el gobierno es capaz de lograr alcanzar sus metas
políticas (V. Dezeraga, 2002), y diseñar un sistema electoral que garantice eso
es el objetivo principal de esta investigación.
Así, la igualdad radical del voto (una persona, un
voto) se contrapone a la gobernabilidad si nos situamos en el caso español. La
igualdad de voto en unas elecciones podríamos definirla como esa equivalencia
de un ciudadano, un voto. Ahora bien, definir este concepto es harto difícil
por su multiformidad, es decir, por las múltiples formas válidas o no de
calificarla (JR Montero & P. Riera, 2009). Es por ello que es necesario unir el concepto
con el de proporcionalidad, el cual parte de la base de que el reparto de
escaños ha de corresponderse con los resultados finales en unas elecciones, es
decir, sin favorecer al partido más votado.
EJEMPLOS DE LO QUE IMPLICA EL SISTEMA ELECTORAL EN LA GOBERNABILIDAD
La operacionalización de la gobernabilidad es
complicada, no obstante, podemos medir empíricamente la gobernabilidad por la
duración de los mandatos legislativos. De este modo si cogemos tres países de
referencia, que serán Italia, España y Reino Unido, observamos diferentes aspectos.
Si buscamos las elecciones habidas en estos países desde la segunda mitad de
los años ’70, observaremos que:
En Italia con un sistema de proporcionalidad
gigantesca dada hasta comienzos de los ’90 el 75% de los gobiernos adelantaron
las elecciones. Esta proporción se reduce cuando se crea un sistema electoral
mixto (adelantaron las elecciones un 50% de los gobiernos, debido en parte al
mantenimiento de las tendencias de voto anteriores a los partidos pequeños), y
la misma proporción se ha mantenido en las elecciones posteriores a la última
reforma.
En España el 50% de los gobiernos ha adelantado
las elecciones, aunque debemos tener en cuenta que el adelanto de las
elecciones en la primera legislatura y el de la última se debieron a causas que
tienen que ver con circunstancias históricas, no con la gobernabilidad definida
anteriormente. Los adelantos de las elecciones en las legislaturas de Felipe
González no se debieron a una falta de capacidad para sacar proyectos adelante
(una falta de gobernabilidad), puesto que el PSOE contaba con mayorías absolutas
que le garantizaban altos grados de gobernabilidad, tal y como ocurre en los
adelantos electorales que veremos a continuación en Reino Unido.
En Reino Unido, con un sistema mayoritario con
circunscripciones uninominales, ha conseguido mantener un alto grado de
gobernabilidad, puesto que los gobiernos que han adelantado las elecciones en
los últimos cuarenta años han sido la mitad de ellos, y los que lo han
adelantado lo han hecho el año antes de lo que correspondería (algo que no
ocurría en Italia, donde se adelantaban las elecciones muy pronto).
En conclusión, podemos extraer que las
legislaturas en los sistemas con altos grados de proporcionalidad duran menos
que en los sistemas con una proporcionalidad media o con un sistema mayoritario
por la dificulta de sacar adelante proyectos y reformas a largo plazo. Así, es
evidente que en los sistemas mayoritarios, como el británico, permite al
gobierno gobernar durante legislaturas completas, no siendo tan sencillo cuando
hay varios partidos fuertes y las fuerzas políticas son incapaces de formar un
gobierno estable, como ha sido el caso de Italia.
Analizando más en profundidad el caso italiano,
este país tenía un sistema electoral muy proporcional, incluso uno de los más
proporcionales de Europa. Eso provocó que, hasta su reforma en 1993, hubiese en
Italia un gran pluralismo polarizado y gobiernos que giraban en torno al centro
político con alianzas débiles, inestables y heterogéneas. Ello provocaba que
hubiese gobiernos conflictivos, con largas tramitaciones parlamentarias, con
una gran dificultad para llevar a cabo políticas a largo plazo y con una
imposibilidad de los ciudadanos italianos para expresar claramente qué partido
querían en el gobierno. Esta pésima situación creó en
Italia un clima de conflicto general clamando por una reforma del sistema
electoral para garantizar la gobernabilidad del país. Así, se estableció el
sistema “Mattarellum”, un sistema mixto que no cumplió sus expectativas, puesto
que la cultura de los italianos les empujó a seguir votado a los partidos
minoritarios, en lugar de a los grandes. Al caso italiano, por tanto, cabe
añadirle una variable independiente más, que es la cultura política del país.
En esta nueva situación en 2005 vuelve a cambiar la ley electoral haciéndola
enteramente proporcional pero favoreciendo o premiando a la mayoría y
perjudicando a los partidos pequeños a causa de unos umbrales que les impedían
acceder fácilmente al Parlamento (y aunque lo que hicieron estos fue agruparse
en coaliciones para superar estos umbrales, perdieron su poder de chantaje) y
se consiguió establecer el “voto útil” (JS Buzarra, PL Martín & RL Machín).
Con este ejemplo real se demuestra cómo cuando se
establece un sistema demasiado proporcional en una sociedad muy dividida
políticamente y con partidos con gran capacidad de chantaje, la inestabilidad
se hace tan insoportable que impide la gobernabilidad de un país y, por ende,
su progreso. Y cuando esto se da, la propia ciudadanía se da cuenta de que es
algo negativo y pide un campo hacia un sistema menos proporcional.
LA POSIBLE REFORMA DEL SISTEMA ELECTORAL ESPAÑOL
Sentadas estas bases podemos comenzar a plantear
lo que serán los resultados y conclusiones del ensayo. Voy a servirme de cuatro
fórmulas electorales que garantizan distintos grados de proporcionalidad que
son D’hont, la fórmula de mayorías, la Sainte Laguë y el cociente de Haré. Y en
segundo lugar me serviré de dos tipos de circunscripciones: la provincia y la
única estatal. Explicadas brevemente, la fórmula D’hont garantiza una
representación proporcional favoreciendo al partido más votado. Este es el
sistema actual español. La fórmula mayoritaria que trabajaré aquí consiste en
que, en cada circunscripción el partido con más voto se hace con el montante de
escaños que esa circunscripción da al Parlamento (winner-takes-all, o first
past the post) (MJ. Sodaro, 2010). Este es parte importante del modelo de Reino
Unido en las elecciones a la Cámara de los Comunes. La fórmula Sainte Laguë, la
cual garantiza un grado más de representatividad que la fórmula D’hont. Y por
último la fórmula del cociente de Haré, que es la fórmula que garantiza el
mayor grado de proporcionalidad, y consiste en que en cada circunscripción los
votos totales se dividen entre el número de escaños que aporta aquella (dará
como resultado el número de votos que hay que obtener en esa circunscripción
para obtener un escaño), y luego se dividen los votos de cada partido entre el
resultado de la anterior división. Los escaños vacíos matemáticamente se
reparten por el método del resto mayor. Esta es la fórmula que se reclama desde
UPyD e IU (JL. Aranda, El País, 2011)
Entrando en el análisis de España, su nivel de
gobernabilidad y los efectos sobre ella de la introducción hipotética de un
nuevo modelo electoral, debo aclarar algunos aspectos importantes de mi
análisis que son necesarios para comprender los resultados. Las variables que
voy a modificar para comprobar cómo quedarían los resultados de las elecciones
generales de 2008 serán la fórmula electoral y el tamaño de la circunscripción.
Permanecerán estables el umbral electoral por circunscripción del 3% y la
plurinominalidad de la misma. Así, aplicando estos cambios obtendríamos los
siguientes resultados.
|
ESCAÑOS
|
Partido
Político
|
Voto
|
% voto
|
D’hont/
circuns. provincial
|
Mayoritario/ circuns. provincial
|
Sainte Laguë/ circuns. provincial
|
Cociente Haré/ circuns. provincial
|
D’hont/ circuns. única
|
Sainte Laguë/ circuns. única
|
Cociente Haré/ circuns. única
|
PSOE
|
11.289.335
|
43,87
|
169
|
179 (+10)
|
160 (-9)
|
159 (-10)
|
170 (+1)
|
169 (=)
|
162 (-7)
|
PP
|
10.278.010
|
39,94
|
154
|
171 (+17)
|
153 (-1)
|
151 (-3)
|
155 (+1)
|
154 (=)
|
149 (-6)
|
IU-ICV
|
969.946
|
3,77
|
2
|
0 (-2)
|
8 (+6)
|
9 (+7)
|
14 (+12)
|
15 (+13)
|
21 (+20)
|
CiU
|
779.425
|
3,03
|
10
|
0 (-10)
|
10 (=)
|
10 (=)
|
11 (+1)
|
12 (+2)
|
18 (+8)
|
EAJ-PNV
|
306.128
|
1,19
|
6
|
0 (-6)
|
6 (=)
|
6 (=)
|
0 (-6)
|
0 (-6)
|
0 (-6)
|
UPyD
|
306.079
|
1,19
|
1
|
0 (-1)
|
1 (=)
|
1 (=)
|
0 (-1)
|
0 (-1)
|
0 (-1)
|
ERC
|
298.139
|
1,16
|
3
|
0 (-3)
|
5 (+2)
|
5 (+2)
|
0 (-3)
|
0 (-3)
|
0 (-3)
|
BNG
|
212.543
|
0,83
|
2
|
0 (-2)
|
2 (=)
|
2 (=)
|
0 (-2)
|
0 (-2)
|
0 (-2)
|
CC
|
174.629
|
0,68
|
2
|
0 (-2)
|
3 (+1)
|
3 (+1)
|
0 (-2)
|
0 (-2)
|
0 (-2)
|
Na-Bai
|
62.398
|
0,24
|
1
|
0 (-1)
|
1 (=)
|
1 (=)
|
0 (-1)
|
0 (-1)
|
0 (-1)
|
EA
|
50.371
|
0,2
|
0
|
0 (=)
|
0 (=)
|
1 (+1)
|
0 (=)
|
0 (=)
|
0 (=)
|
CHA
|
38.202
|
0,15
|
0
|
0 (=)
|
0 (=)
|
1 (+1)
|
0 (=)
|
0 (=)
|
0 (=)
|
NC-CCN
|
28.024
|
0,15
|
0
|
0 (=)
|
1 (+1)
|
1 (+1)
|
0 (=)
|
0 (=)
|
0 (=)
|
Como podemos observar, la primera columna
representa los resultados reales de las elecciones de 2008, realizadas, según
apuntan algunos autores, por un sistema tan estable como aparentemente exitoso
que ha garantizado un grado amplio de gobernabilidad frente a las múltiples
divisiones políticas y que, sin embargo, ha sido objeto de críticas sustantivas
por unas deficiencias supuestamente tan graves como para justificar su
modificación en mayor o menor medida. La
extraordinaria continuidad mostrada por los distintos componentes del sistema
electoral actual parece evidenciar el acierto de los políticos que los
diseñaron en un momento clave de la transición democrática (JR Montero & P.
Riera, 2009).
Por todo lo dicho se supone que un sistema que garantice la
gobernabilidad será aquel que sea capaz de crear partidos representados con
mayorías absolutas. Suponiendo esto, el sistema mayoritario sería el que mejor
asegure esta gobernabilidad, tal y como se muestra en la segunda columna de
resultados de la tabla. En este sistema en las elecciones de 2008 sólo hubieran
conseguido representación PSOE y PP, lo cual sería un seguro de gobernabilidad,
pero el perjuicio vendría por la no representación de los partidos minoritarios,
lo cual crearía tensiones sociales alimentadas, sobre todo, por los partidos
nacionalistas e IU.
Por la fórmula Sainte Laguë, como decía unos párrafos atrás, supone un
escalón más en la escala de representatividad. En este modelo con circunscripción
provincial, no sólo aumentaría el número de partidos (inclusión de NC-CCN, un
partido de centro canario), sino que los partidos minoritarios como IU, ERC o
CC observan un aumento de su representación considerable. Así mismo, los
partidos minoritarios saldrían perjudicados, sobre todo el partido más votado
en estas elecciones de 2008, el PSOE. Las similitudes de esta fórmula con la
D’hont provoca que el resto de partidos no presente ningún cambio real.
El gran cambio viene dado por la fórmula del cociente de Haré, que es el
sistema que mayores grados de proporcionalidad otorga. Mediante esta fórmula
aplicada a circunscripciones provinciales la pérdida de representación de los
partidos mayoritarios es algo mayor que en el de la fórmula anterior. Mayor
será también el crecimiento de las fuerzas minoritarias como IU y la entrada de
nuevos partidos regionales como EA (Eusko Alkartasuna) o CHA (Chunta
Aragonesista). Este sistema electoral otorgaría una mayor proporcionalidad,
pero la pérdida de gobernabilidad si nos atenemos a la argumentación dada en
páginas anteriores sería notable, puesto que sometería al partido mayoritario a
una gran presión de pequeños e interesados partidos minoritarios. Se puede
observar que el gobierno tendría más difícil llevar a cabo una línea de
gobierno estable o autónoma.
Para finalizar, en los tres últimos casos donde tenemos las fórmulas
D’hont, Sainte Laguë y el cociente de Haré con circunscripción única nacional,
tal y como piden muchos partidos pequeños, observamos algo curioso: la única
gran beneficiada es IU. El resto de formaciones pequeñas no obtendrían ninguna
representación por una razón lógica, que es que no alcanzan el umbral mínimo
del 3%. Por estos sistemas y con el umbral provocando sus efectos, sólo el 40%
de los partidos que tuvieron representación en 2008 la hubiesen tenido, porque
el resto de partidos (la gran mayoría) no alcanzan el umbral mínimo y se
quedarían fuera del parlamento. Por la circunscripción nacional no importa la
fórmula electoral que se utilice, porque es el umbral el que marca el resultado
de las elecciones. Sólo influiría la fórmula para repartir los escaños entre
los cuatro partidos representados, y aquí ya sí que el modelo que garantiza más
proporcionalidad (cociente de Haré) da a los dos partidos pequeños mucho más
peso. La circunscripción única, por tanto, no cae en detrimento notable para
los dos grandes partidos puesto que incluso pueden ver aumentada su
representación su aplicamos D’hont, saliendo sólo perjudicados con el cociente
de Haré.
CONCLUSIONES
Como finalización de esta investigación quiero sacar una última
conclusión que nace de las palabras de dos autores importantes: mientras que los sistemas
denominados mayoritarios maximizan la rendición de cuentas por parte de los
miembros del Parlamento y la estabilidad y efectividad de los gobiernos, los
pertenecientes a la familia de los proporcionales convierten la Asamblea
legislativa en un microcosmos representativo de la pluralidad de opiniones
presentes en una sociedad (Carey y Hix, 2008). Por tanto, para decidir cuál es
el mejor sistema debemos tener en cuenta estas dos opciones, de la lucha entre
la gobernabilidad y la representación de la pluralidad, de la batalla entre
utilidad y justicia. Pero lo que ha quedado claro es que si lo que pretendemos
en unas elecciones es elegir votar a un gobierno que gobierne, eso sólo vendrá
del sistema mayoritario o de un sistema proporcional que beneficie a las mayorías,
como es el sistema español.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
·Aranda, José Luis (2011). Cómo habría quedado el Congreso con otra ley electoral. Publicado
en El País. Consultado el 10 de
diciembre de 2012 de:
http://politica.elpais.com/politica/2011/11/22/actualidad/1321974726_397200.html
·Carey,
John M. & Hix, Simon. (2008). The Electoral Sweet Spot: Low-Magnitude
Proportional Electoral Systems. Disponible en:http://personal.lse.ac.uk/HIX/Working_Papers/Carey_Hix-Electoral_Sweet_Spot-13Oct08.pdf.
·Dezeraga Cáceres, Víctor (2002). Gobernabilidad. Aseguramiento estratégico de
la gestión gubernamental. Consultado el 9 de diciembre de 2012 de:
http://www.elprisma.com/apuntes/ciencias_politicas/gobernabilidad/
·J. Sodaro, Michael (2010). Política y Ciencia política. Una introducción. Edición revisada,
pp. 156-160. Madrid: The McGraw-Hill Companies.
·Lijphart,
Arend. (1995). Sistemas electorales y sistemas de partidos. Madrid:
Centro de Estudios Constitucionales.
·Montero, José Ramón (2009). Conferencia sobre La Ley electoral de 1977: intenciones y
consecuencias.
·Montero, José Ramón & Riera, Pedro (2008). Informe sobre la reforma del sistema electoral. Consultado el 16 de
octubre de 2012 de: http://consejo-estado.es/pdf/ANEXOII.pdf
·Montero, José Ramón & Riera, Pedro (2009). El sistema electoral español: Cuestiones de
desproporcionalidad y de reforma. Anuario
de la Facultad de derecho de la Universidad Autónoma de Madrid, (nº 13),pp.
225-270
·Sotillo Buzarra, Javier, López Martín, Patricia
& Lobo Machín, Rocío (). El sistema
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http://portal.uam.es/portal/page/portal/UAM_ORGANIZATIVO/Departamentos/CienciaPoliticaRelacionesInternacionales/personal/irene_martin/pagina_personal_irene_martin/Sistemas%20Electorales/EL%20SISTEMA%20ELECTORAL%20ITALIANO.ppt
·Vallès, Josep María & Agustí Bosch (1997). El sistema electoral y sus elementos (II):
La conversión de las preferencias electorales de designación de titulares de
poder. Vallès, Josep María, y Agustí Bosch, Sistemas electorales y gobierno
representativo(pp. 75-113).
Barcelona: Editorial Ariel.